Eduardo VIllafuerte Vázquez
Si hablamos de niñez y adolescencia sobresaliente, lo primero que nos podría llegar a la mente es la capacidad intelectual y cognitiva acelerada que tienen, que va más allá de su edad. Pero también corremos el riesgo de olvidarnos de que se encuentran en una etapa fundamental para su desarrollo.
Los niños con altas capacidades siguen siendo niños en desarrollo
Debemos tener en cuenta lo que se necesita para un crecimiento sano. Se necesita de una alimentación adecuada, dormir bien, socialización, tiempo de juego, entre otras. Cuando somos pequeños dependemos principalmente de la familia, que en el mejor de los casos, nos proporcionará un hogar, comida y vestido.
Pero también nos enseñarán valores, hábitos y claro que esto no es exclusivo de la familia. Además, se ve atravesado por otro tipo de relaciones, como lo son familiares lejanos, amigos y, por supuesto, la escuela. Con este cúmulo de interacciones nos vamos construyendo como seres humanos.
Su desarrollo socio-ético
Hay una frase que se hizo popular, proveniente de la pedagoga italiana María Montessori: “los niños absorben como esponjas” en donde declara que los infantes, en sus primeros años de vida, absorben todo en su entorno.
Si bien es algo que podemos observar en nuestra vida cotidiana, propongo pensarla aún más allá. No solo los niños aprenden de su entorno, todos lo podemos hacer. Como seres sociales que somos, aprendemos de nuestras interacciones, tenemos reglas y normas que, aunque no siempre sean explícitas, están presentes y las terminamos introyectando inconscientemente.
Así incorporamos en nuestro carácter lo que está permitido y lo que no. Estos límites y conceptos no son rígidas ni son iguales siempre o para todos; varían por regiones, culturas, incluso puede variar entre distintas partes de un país. Estos elementos terminan conformando nuestra sociedad.
Etiquetas sociales y diagnósticos
Otra cosa que hacemos como sociedad es nombrar o poner etiquetas a todo. Por ejemplo, si un niño se desarrolla tempranamente o tiene habilidades que salen de su rango de edad, se le dice que tiene capacidades sobresalientes. En cambio, si un niño es muy inquieto, travieso y no hace lo que se le dice, se le puede nombrar como “niño problema”.
También existe el riesgo de prediagnosticar o hacerlo sin consultar a un profesional, poniéndole un nombre a ciertas conductas. Por ejemplo, el creciente diagnóstico de TDAH. Este tema podría ser controversial, en el sentido de que hay argumentos sobre si se está diagnosticando en exceso o si los nuevos parámetros y apertura a la salud mental abre el camino a más diagnósticos para la población, o el acelerado ritmo de vida junto con el uso excesivo de las nuevas tecnologías, entre otras razones.
Más allá de si tiene un diagnóstico clínico de TDAH o no, pensemos en que la capacidad de poner atención, como la mayoría de rasgos en los humanos, suele ser presentarse como en un espectro, un rango. No estamos definidos binariamente, pudiendo ser distraídos o no ser distraídos, o ser inteligentes o no ser inteligentes.
Somos distintos así como nuestros rasgos, somos mejores para algunas cosas y peores para otras. Del mismo modo, tendremos cierto grado de atención (hay varios tipos de atención) y ciertas cosas que nos interesan más. A final de cuentas, lo importante es lo que haremos nosotros para poder mejorar nuestras áreas débiles o en apoyar a los niños y niñas en áreas donde se puedan presentar rezagos.
Debemos tener cuidado con las connotaciones tanto negativas como positivas. Estas se pueden convertir en un elemento que construye la identidad de las personas pudiendo dejar un estigma y crear una profecía autocumplida, en donde él se reconoce como tal y actúa de tal modo. “Si soy un niño travieso, entonces me comportaré como uno”, “Si soy el más inteligente ,entonces nunca puedo tener menos de un 10”. Por esta razón es que debemos tener siempre presente y reflexionar sobre cómo podemos afectar a nuestros hijos con nuestras acciones y palabras de cada día.
Si bien pueden ser inteligentes y se interesan por cosas distintas a otros niños de su edad, debemos tener en cuenta que siguen en desarrollo. Hay cosas que aún son difíciles para ellos y que no serán capaces de realizar. Estos enfrentamientos ante lo complicado puede chocar con su identidad de “inteligente”, el que todo lo puede o sabe.
En estos casos puede surgir la frustración lo que puede afectar a su confianza, además de la aparición de emociones fuertes que no sepa manejar aún. En el mismo sentido hay áreas que deben de seguirse desarrollando como la emocional y cómo relacionarse con el otro, que dependiendo de las circunstancias necesitarán un mayor enfoque.
La tarea de padres, madres y docentes
Como dije, nosotros como adultos también nos construimos. Podrían decir que nadie nos enseña a ser padres, pero aprendemos de nuestras vivencias. Aprendemos de cómo fueron nuestros padres con nosotros, nuestros hermanos y de otras familias, quizá somos conscientes de algo que queremos repetir con nuestros hijos o por el contrario algo que no quisiéramos hacer en nuestra propia relación padre-hijo.
Vivimos en un mundo donde existen normas que rigen nuestros comportamientos, así como obligaciones y responsabilidades. Hay que buscar un equilibrio donde puedan jugar pero también respetar a los demás, tener confianza en sí mismo sin hacer de menos a otros o sin saber perder.
Claro que no se aprende todo en la primera confrontación o la primera vez que se le explica cómo funcionan las cosas, esto es un proceso que se lleva día a día y se debe ser constante. Es fundamental que como padres les inculquemos esto a los menores, ya que les ayudará a adaptarse a los demás entornos cuando nosotros no estemos ahí, siendo nosotros como adultos una influencia positiva en su construcción como persona independiente.
En Instituto Caso estamos para ayudar a los padres de niñas, niños y adolescentes con altas capacidades o con aptitudes sobresalientes. Ponte en contacto con nosotros y agenda una visita a nuestro plantel.
